¿Por qué ocurre eso?
Cómo reparar los daños:
- En primer lugar, baja la temperatura del agua que utilizas. Al ducharte con agua templada, y no muy caliente, depositará menos cal en la piel y causará un daño menor a su barrera natural. Y hay malas noticias para quienes adoren el agua: deberías intentar restringir la duración de tus baños o duchas a 10 minutos, ya que es mucho mejor para la piel (por no mencionar el medio-ambiente… una ducha normal suele utilizar 62 litros de agua, mientras que los expertos creen que uno se puede duchar igual de eficazmente en cuatro minutos y utilizando 32 litros de agua).
- Opta por leches o geles de baño de pH neutro cuya espuma sea muy delicada. Los productos ricos en ingredientes activos a base de miel, mantequilla de cacao, manteca de karité y aceite de almendra dulce dejarán tu piel suave e hidratada. Limpian e hidratan la piel y le otorgan una capa protectora después de aclararlos con agua. Evita los jabones o cualquier producto que produzca mucha espuma; los tensioactivos (los ingredientes que hacen que los productos se conviertan en espuma) pueden tener efectos demasiado fuertes en la piel que ya sufre los efectos de la cal. Y asegúrate de aclarar bien cualquier producto: salir de la ducha con burbujas de jabón todavía en la piel podría causar más sequedad e irritación.
- Evita frotarte la piel con agresividad y de modo excesivo cuando utilices una toalla. Recuerda: ¡tu piel es muy delicada y necesita que la traten con cuidado! La mejor manera de secarse es utilizar una toalla absorbente para quitar el exceso de agua delicadamente.
- Para terminar, utiliza una loción, aceite o bálsamo hidratante mientras la piel todavía está húmeda. Esto creará una barrera que retendrá el agua, lo que rehidratará la piel.