La limpieza es una regla de oro si quieres que tu piel respire y se regenere. Pero para despertarse con un resplandor rosado, tendrás que hacer algo más que pasarte una toalla por la cara antes de irte al sobre. En primer lugar, debes eliminar el maquillaje y limpiar la piel con los productos adecuados. Las lociones y los aceites faciales son una buena opción. Ambos cubren la piel, lo que significa que pueden deshacerse del maquillaje y las impurezas. Además, se aplican con las yemas de los dedos, por lo que nuestro rostro disfrutará de un suave masaje. Aplica tu limpiador uniformemente sobre el rostro y masajea ejerciendo pequeños movimientos circulares. También puedes probar con un poco de digitopuntura, centrándote en los puntos de presión en las mejillas, la frente, las sienes y la barbilla. Esto mejorará la circulación antes de que te vayas a la cama. Continúa eliminando cualquier suciedad restante con una espuma facial o un gel purificante. Este paso es esencial si quieres que tu piel absorba todas las propiedades de tu crema de noche.