Cuando nuestra piel ya no está "protegida" por el bronceador, las imperfecciones vuelven para vengarse: arrugas, piel seca, flacidez, enrojecimiento y, en algunos casos, aumento de la producción de sebo. La piel se vuelve pálida, pierde su tono y se deshidrata. Nuestra piel, consumida por los cambios estacionales del otoño, anhela tratamientos que le devuelvan su resplandor; es hora de que mimes tu piel con exfoliantes vigorizantes, mascarillas hidratantes y tratamientos beneficiosos.